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Dior y su curva de la felicidad.


12 de febrero de 1947.10:30 de la mañana y en el 30 de la calle Montaigne de París, daba comienzo el evento que transformaría los principios de moda.

Los estragos de la Guerra eran palpables en todos los ámbitos, pero si cabe, la moda había languidecido de forma estrepitosa y la escasez de tejidos había transformado los alegres diseños de los años 30, en prácticas lineas rectas y apagados colores. El mundo estaba demasiado triste para el color.

Llega entonces un joven (42) -aunque experimentado- Christian Dior que esa mañana se propone presentar a la prensa, por primera vez una colección en la que destacar las formas femeninas por antonomasia: pecho, cintura y cadera, todo un atrevimiento para el momento.

Corolle (nombrada así como referencia a la corola de pétalos de una flor), era el mensaje de ilusión y esperanza que Dior quería lanzar al mundo y por ello quiso concentrar a la prensa más relevante del momento. Le entendieron. Le aplaudieron.

Al día siguiente, el mundo vibraba con el color, los volúmenes y las curvas de la nueva mujer. Nacía el icónico Tailleur Bar, una joya para la historia de la moda.

Igualmente, causó negativas en otros ambientes y así el gobierno británico y americano mostraron su reprobación ante el dispendio de materiales (en lo cualitativo y lo cuantitativo), mientras que el gobierno francés veía que gracias al éxito de esta nueva tendencia, los ojos de la industria volvían a estar puestos sobre París tras la Segunda Guerra Mundial.

SI. NO. Todo el mundo tenía algo que decir que era lo interesante, pero lo más importante estaba por venir para la industria, aunque el maestro solo lo disfrutaría diez años más, ya que fallece cuando disfrutaba de su éxito en unas vacaciones en Montecatini Terme, Italia.

A pesar de su pronta desaparición, grandes de la costura que pasaron por la maison, como John Galliano, Gianfranco Ferré o Raf Simons han reinterpretado este estilo en la mayoría de sus colecciones, quedando como santo y seña de la casa.

Pero volviendo a aquel imborrable 12 de febrero, la editora de Harper’s Bazaar, Carmel Snow, quien lo conocía bien, no pudo reprimir su alegría y devoción al finalizar el show y sin saberlo acuñaría el nombre de lo que sería toda una tendencia, un estilo que hoy, más de 70 años después sigue siendo actual y revolucionario:

Es toda una revolución, mi querido Christian. Tus vestidos son un auténtico New Look.”


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